Javier Milei logró consolidar un polo de poder en medio de la decadencia sin final a la vista de los partidos y los liderazgos preexistentes. Esa primacía indiscutida le permite dominar los tiempos políticos sin mayores sobresaltos, pero lejos está de reponer la armonía en un sistema que estalló en pedazos en las elecciones de 2023. Su apuesta consiste, en realidad, en prolongar el caos, donde se mueve como un baqueano.